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Mostrando entradas de octubre, 2018

No coincidir aquella noche

Me preguntaba cómo hubiera sido frenarlo todo la primera vez que no pude contener las lágrimas cuando se trataba de ti, si hubiera sido lo suficientemente valiente como para aferrarme a mí y no a tu voz, si hubiese sido mejor no coincidir aquella noche.  Me preguntaba también qué hubiera pasado si me hubiese querido más a mí, si habrías sido capaz de decirme que eras incapaz de querer a alguien tan triste como yo. Y es que, aunque la respuesta contigo siempre haya sido no , no paro de pensar en qué pensaría yo sobre ti si hubieses tenido el coraje de contestar. Al menos de contestar. Aunque no hubiese sido para decir que sí.  

Culpable

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La última oportunidad, el último tren, la última vez que las miradas se cruzan y se dicen algo más que un simple hola . Empieza a no compensarme la revolución que provocan tus besos cuando llevo meses esperándolos.  Derrotada en el juego porque para mí siempre has sido mucho más. Me hubiese encantado que lo que tú buscas lo hubiésemos decidido entre los dos. Ojalá la sinceridad hubiera ido por delante de todo, incluso de mí. Era esencial, pero ya es tarde.  No quiero volver a sentirme tan frágil, tan objeto, tan fácil de usar. Me hacías sentir culpable por saber que te estaba queriendo.   He perdido la batalla porque me he perdido a mí mientras trataba de buscarte. Tú, mientras tanto, ardiendo en otras guerras, conociendo otros caos que te han hecho sentir, sin intentarlo, todo lo que yo no supe cuanto más lo quise.  Estaba dispuesta a cambiarlo todo. Dispuesta a cambiarme a mí. 

A tiempo de huir

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Un domingo muy domingo. Incluso está lloviendo. Hay un café ardiendo encima de la mesa y un dolor terrible entre estas cuatro paredes. Es hora de poner punto y final, de dejar de cometer el mismo error, de olvidar que lo he vuelto a hacer y que está siendo mucho peor de llevar que la última vez que perdí las maneras.  Hoy también es domingo de nostalgia, nostalgia de cuando todo era mucho más fácil o quizá menos complicado, cuando todavía pensaba que estábamos aquí por algo, cuando creer en el destino me tenía convencida de que eras la recompensa por tanto daño.  Estoy cansada, quiero despedirme y no sé cómo. Por primera vez quiero ser yo la que se vaya para no dejar que vuelva a golpearme el deseo de pensar que esta vez es diferente . Me he prestado a un juego en el que pierdo cada vez que te vas, en el que no he sido capaz de ganar ni una vez. Por eso ya no hablo de ganar si no se trata de ganar por estar contigo, de que creas que ganas al volver a mí.   Sé que soy una

Las cartas de él

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Deja de contarme lo triste que estás y enséñame lo feliz que me puedes hacer con esas flechas que lanzas cuando todo te va bien.  Enséñame a enamorarme de ti, de ese perfume que te pones solo cuando nos vemos, de ese carmín que te quitas cada vez que intuyes que quiero besarte. Dame un motivo para quedarme contigo a ver la noche caer y las estrellas golpearme el mundo por estar arriesgando mi vida contigo mientras pierdo otros trenes que no llevan a ninguna parte porque ya llegué a ti.  Oblígame a no saber decirte jamás que no a nada. Y hazlo con esa mirada que me hace temblar por no saber hasta donde soy capaz de llegar por contentarte.  Eres terrible. Cuentas cómo todos se han marchado al conocerte, pero nunca cuentas el verdadero por qué. Y yo, valiente, me quedo, corazón en mano, contigo. A ver si decides destruirme de una vez. 

A modo de disculpa, te quiero

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Antes todo estaba bien. Incluso entonces, yo estaba bien. Y estabas tú, en medio del apocalipsis de mi estabilidad emocional. No conocía tus intenciones, pero sí recuerdo ser feliz. Sentir ilusión después de haber sido de hielo es como volver a vivir una vez has estado muerto. O casi.  El problema surge cuando te conviertes en todo lo que no han sido. Y yo no sé explicar por qué. Cuando ni siquiera he pedido que me hagas reír y me río porque está siendo demasiado bueno como para entender que tiene que acabarse.  Yo te escribo un par de cosas sabiendo que nunca leerás nada porque nunca te ha gustado refugiarte en este ambiente. Y espero por si acaso. Pero luego decido quererme a mí misma y sale mal porque ya no es tan fácil como cuando me regalabas uno de esos ratos fugaces. Y digo fugaces porque el tiempo pasaba demasiado rápido y tú desaparecías demasiado pronto.  Y, aunque el plan fuese el mismo, todo cobraba sentido si volvía a haber plan.  A modo de disculpa un