Cómo y por qué

La verdad es que me arrepiento de lo que te dije mientras colgaba de tu cuello aquella noche. Por aquel entonces, otros ya sabían que aquel abrazo no tenía cavidad en sí mismo y que tú no te merecías escuchar que tenía miedo de atarme al hecho de que no ibas a ser para siempre, que tenía miedo de acabar con todo y de no acabar nunca conmigo. 

Me gustaría haberte explicado que soy una bomba de relojería y que me da miedo ponerme a prueba porque sé que tengo un límite, pero a veces no lo controlo. Deberías haber entendido que tu pisabas mi límite y me hacías estar al borde del precipicio en el que tantas veces caí sin darme cuenta. No sé si fueron nueve, si fueron doce, si fueron veinte. La causa de la consecuencia desastrosa parezco ser yo pidiéndote una tregua para equilibrar mi vida con el caos que estaba suponiendo hacer nuevos planes en los que ya no era uno, sino dos los que tenían que vivir en mi desorden. 

Cómo me ahogabas, cómo me presionabas los intentos para hacerme sentir que yo no tenía nada que pudiera hacerte sentir bien. Cómo lo hacías todo sin que yo quisiera creer que estaba pasando, cómo te hiciste mi tormenta personal, cómo perseguías mi orden hasta hacerlo todo pedazos. Cómo me enseñaste a ser tan dura con el golpe que me acababa de azotar los esquemas de toda una vida. Cómo y por qué. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Volver a confiar

Llegaste y rompiste todos mis esquemas

«La navidad deja de ser la misma cuando empiezas a ver ausencias en la mesa.»