Dear friends

Amigos.
Los amigos se han ido sumando y esfumando a medida que han ido pasando los años. Y ya no hablo de aquellas personas que entraron en nuestra vida con una misión y que se fueron al poco de acabarla, hablo de los amigos, los que nos vieron caer mil y una veces en la misma piedra y siguieron ahí. Los amigos de verdad, los que tienen un protocolo de actuación preparado por si ocurre algún imprevisto. Amigos, los que aparecen en la puerta de casa a los diez minutos de recibir una llamada de emergencia, los que te llaman un día triste sabiendo que te oirán llorar, pero que, por si acaso, lo harán para decirte que todo terminará por salir bien y que ellos serán la causa y la consecuencia del desastre. 
Yo tuve y tengo la suerte de haber conocido personas que han marcado un antes y un después. Personas fundamentales. Personas como no habrá otras iguales. 
Entre ellas, la que me miraba a la cara y sin decir nada entendía hasta lo que yo no podía explicar, la misma que inundaba con su risa el vacío, la que me hacía sentir libre y comprendida en un mundo de mucha soledad, la rara que dio con la otra rara que yo era e hizo que todo saltara por los aires hasta dar con la mejor versión de mí.
Otra me habría las puertas de su hogar, tenía en sus brazos un recoveco que yo solía llenar cuando algo salía mal, incluso cuando no. Sus ojos eran plena confianza, seguridad. Esa persona que te conoce mejor de lo que tú misma te conoces, la que sabe que te vas a equivocar y en qué momento lo vas a hacer. La que te espera con hilo y aguja, con paciencia en el punto de no retorno. La que nunca te llamará loca porque odia la cordura y le encanta vivir con tu caos.
También la que es tu polo opuesto, pero perfecto complemento. La que te ayuda a crecer y a entender distintos puntos de vista, a ser más justa con el injusto. La que en un principio te complementaba en su distancia y la que termina por valorarte tanto que se queda cuando hasta el lazo de unión se va.
Otra con la que podría tirarme hablando todo el día sin temor a no encontrar nada que decir, con la cual los silencios también son parte del tema de conversación, lejos de sentir un vacío. La que me hace reír y perder la noción del tiempo, la que me acompaña a cualquier sitio sin plantearse cuál tonto es el destino al que quiero llegar. 
También están las personas que ves cada cierto tiempo sin apreciar cambios, las que tardan un café, tres cervezas y un par de copas en ponerte al día y, aún así, necesitan un poco del día siguiente porque los detalles se quedan sin contar. Las que te hacen ver lo bueno de la vida, el lado positivo de las cosas, el lado pícaro, el valiente, el repentino. Esas personas que te impulsan a hacer lo que sola no te habrías planteado, con tan buena suerte de que todo sale bien porque por lejos que estén, nunca te dejan al margen. 
Personas que no quieres conocer, personas que terminan siendo la otra tú en un lugar del mundo. Personas que conoces de imprevisto, personas que en principio encajan, pero que terminan rompiendo el puzzle. 

Os quiero. Y mucho. 


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