Cartas de Julieta

 
Entraba en un bucle de punzadas negativas que acuchillaban su pelo y su voz recorría praderas marchitas y secas oyendo como se rompían las hojas tras su paso, dejándose llevar por la furia que sentía cuando perdía algo que le era fácil retener, la fragilidad de haberse perdido a ella misma y de no saber si buscar le haría sentirse tan sola y tan fría como la nieve de sus pestañas.

    - ''Echo de menos el calor de tu cuello en mitad de una noche de Diciembre. Es una de las muchas razones por las que te escribo esta carta (y porque soy cobarde y tengo más miedo de verte no reaccionar ante lo que tengo que decirte que de que te eches a llorar).
Eres lo mejor que he conocido, con diferencia, a pesar de que haya personas que no me crean, a pesar de que se empeñen en no conocerte y no escucharme.
Te debo más cielo del que vemos y nunca, nunca, podré devolverte tan solo un pedazo. 
Me lloran las nubes al no verte pasar por aquí, al no verte esperar en el lugar de siempre. 
Me llora el recuerdo al haberme equivocado, por ser yo la gota que colmó un vaso vacío, el punto final de una historia distinta, mi famoso ''quiero y no puedo'', la decisión peor tomada de mi vida, el llanto que provocan ahora las canciones que tú cantas y que ya no se recrean en tus cuerdas vocales.
Perdóname las veces que te hice reír y todas esas en las que te obligué a entenderme y a ser tan yo como yo misma, por ser tan honorífico y ejemplar que no puedo compararte con nadie a pesar de las voces de los cobardes que no se atrevieron a mirar más allá de la fachada.  
Gracias por abrazarme el miedo y por quererle tanto como a mi, por ser tan valiente y capitán como para salvarme del naufragio, por llevar en las huellas de los dedos una salida de emergencia y una cura para los días tristes (y no tan tristes).''

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