Tercera parte: «Ella no estará».

Ella se fue y yo le escribí doce cartas. A día de hoy no sé por qué tantas o tan pocas y por qué en cada una de ellas le quería decir tanto que solo contaba una parte. La estuve esperando. Nadie se imagina cuánto la esperé, aún cuándo mi vida parecía resuelta. Una de las últimas veces que la vi fue uno de los pocos días en los que no la busqué y qué guapa estaba, pero qué bien acompañada.

Añoraba su voz y me decidí a realizar un par de llamadas en número oculto. Ella no estaba por la labor de escribirme, ni de llamarme, ni siquiera de dejarse ver un día como por casualidad.

Yo soy de los que creen que el azar y las casualidades son meras excusas para los que no quieren hacerse responsables de sus actos. 

Lo único que me quedaba era pasar página, terminar capítulo y, por fin, cerrar el libro. 

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