“Comienzo a creer que no me extrañas.”

A pesar de mis esfuerzos, soy incapaz de dejar pasar septiembre. Sus tardes cálidas y sus risas sonoras, sus noches tenues y algo más frías. Mi vida continuaba siendo mía hasta que los gritos de la gente me decían que algo iría mal. Las advertencias en cada esquina y el continuo bucle de ti me hacía hundirme a mi misma en una de esas razones de las que nunca me hablaste. No creo que lo difícil fuera verte marchar, sino echarte de menos y no saber por qué te fuiste, por qué no encontraste un único motivo por el que debías quedarte. 

A medida que el tiempo pasa, las preguntas y las respuestas se van uniendo como si se tratase de un gran rompecabezas con ciertas carencias. Hasta ahora has tenido la oportunidad de adentrarte en mi vida como si fuera inmune a ti, pero ahora cierro las puertas y te pido que te alejes, que no sólo me has fallado tú, que has estado acompañado y que yo me he deslumbrado con ambos como si me hubiera privado de luz durante años. Tranquilo, ahora lo entiendo, entiendo que hubo una razón que se me escapó de las manos y sé que no lo hiciste por cobarde, pero que también lo fuiste. 

Esta es la última vez que te quiero, lo digo en serio.



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