«Me abrazaba, hurgaba entre mis cicatrices; yo sollozaba, su piel no me otorgaba días felices».

Un pasado pisado, todo o nada en cuestión de segundos. Ráfagas de viento que te traen consigo y que me llevan lejos. Un poco de mi y otro poco de todos ellos, que quisieron ser, junto conmigo, más de la nada que todos tienen. Cierta evolución, ahora más que nunca, pues ya no queda ni un solo rasguño de lo invisible que existía entre tu y yo; futuro cercano, pasado imposible. Ya no me queda nada de ti, ni de aquel entonces, ni siquiera de lo que vino después. La duda abruma lo que ya no importa, recuerdos al borde del mismo precipicio en el que algún día me encontré yo. Será de otro, como de otra fue lo mío. Orgullosa, me mantengo a pie del mismo camino, a paso firme y quién sabe si con las ideas algo más claras, sin decidir a dónde voy y sin saber de dónde vengo. Con añoranza de por medio y un poco de todo lo que ya se fue a mis espaldas, reconozco que no tengo mayor vicio que pensar lo que no es y no saber lo que ya tengo.

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