Sin ti, sin mi, contigo o con nadie, conmigo o sin ti.


He vuelto, una vez más he sentido la necesidad de volver al lugar de inicio a hablar de lo mismo de siempre o por variar, de lo que no he hablado nunca. Era difícil de creer que en un amanecer todo pudiera irse cómo si el secreto lo guardara la luna y te llevara consigo para traerme de vuelta al sol. No me gustan los imposibles y por eso, no me los suelo creer. Quizá en demasiadas noches de absoluta tranquilidad no había que abusar de la felicidad que me producía haber salido adelante con sólo proponérmelo, como si todo esto hubiera sido un grano de arena convertido en una montaña de barro por lo mucho que he llorado. Estoy bien, es sólo que hay días que me cuestan hasta convertirse en un peso imposible de llevar. A veces la confusión le gana el pulso el dolor y sufro más por no saber quién soy que por el recuerdo de quién he sido. Ya no hay vuelta atrás, ya no puedo poner un remedio a lo que fue; me tengo que limitar a aceptar que a veces las cosas salen mal por mucho que se luche por ellas y por mucho que demos de sí, ya que nosotros no podemos conseguir que ciertas cosas en esta vida terminen bien. Ya lo sé, es doloroso que haya cosas que terminen sin razón de ser o con una razón evidente pero con deseo de que ésta fuera innecesaria. La vida es convencerse de que todo va a pasar porque el tiempo no espera a nadie. La vida es querer creer en el destino y pensar que todo lo que elijas te llevará al futuro que está escrito o quizá, para unos la vida es improvisar y tomar decisiones sobre la marcha apostando porque, lo que está por ver, depende de aquello que hagamos hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario