Everything has changed.

Soy incapaz de mirar el pasado y conseguir reírme, ha sido imposible para mi sonreír por lo que ha pasado y no llorar por lo que no ha sucedido o ha terminado antes de lo previsto. De hecho, cuando miro atrás miles de recuerdos me derrotan, casualmente las buenas cosas son las que me hacen polvo. Me da mucha rabia haber perdido la facilidad que tenía para ser feliz como muchas otras personas hacen, para tirarme la vida viviendo de la felicidad que me provocaba despertar y estar rodeada de gente que no paraba de hablar. Comúnmente he sabido elegir la compañía de quienes nunca paran de reír, pero en este caso, como siempre digo, la que ha cambiado he sido yo. Ni los del pasado han tenido la culpa ni los del futuro tampoco la tendrán. Supongo que la única que puede elegir cómo quiere ser soy yo y me he negado a hacerlo por tanto tiempo que ahora que quiero, no puedo. Me he obligado a sufrir las tardes de invierno sumida en la oscuridad que habitaba dentro de mi y el calor de una manta para el frío de aquellos días. Ahora pretendo irme o volver, ser quien fui, ser la persona que adoraba ser, la que estaba bien, la que no sufría por nada y por todo a la vez. Me encantaba cuando la más mínima tontería me hacía rabiar hasta llorar, esa misma que al día siguiente había desaparecido y había dejado la suficiente calma en mi como para reírme hasta sentir el dolor de barriga y esa falta de respiración. Sé que por mucho que me esfuerce el tiempo no va a retroceder hasta llegar a aquellos días en los que mi estado de ánimo dependía más del brillo del sol que del humor de una persona. En definitiva, también soy feliz ahora, una felicidad muy diferente a la de antes, pero como dicen, todo cambia y mi vida, como una más en este mundo, cambió.