¿Qué será de ti cuando mires atrás y yo ya no esté?

A altas horas de la madrugada me despierto de manera brusca y miro hacia ambos lados de mi habitación, he sentido miedo, he estado soñando contigo. Me produces sensación de decadencia, produces en mi la mayor de las sensaciones, la incontrolable, en la que queriéndote o sin querer hacerlo, mi corazón palpita a mil por hora cuando oye tu nombre, por no hablar del paro cardíaco que me da cada vez que te veo aparecer de lejos, acercándote por pasos, inundando mi tristeza en la profunda soledad que me queda. Si te digo la verdad, pensé que dolería menos. Me culpas por quedarme parada, sin decir nada cuando veo que te vas, cuando vi que no volverías; no pude hacer nada, no he de retener a mi lado a alguien a quien le agobia estar conmigo. No es mi culpa que hayas elegido estar con alguien de sentimientos torcidos, alguien que divide por dos todo lo que he hecho yo, pero insisto, de los dos tu eres quien más ha perdido, no volveré a amar así, pero tú no serás amado nunca de la manera con la que yo lo hago o mejor dicho, lo hacía. No debería querer a alguien que no me quiere, no debería responder con frecuencia a quien lee mis mensajes un día después. Me doy cuenta de todo, incluso de las miradas de odio con las que ella recubre mi rabia y te aseguro que no debería odiarme, simplemente porque un día debería ser yo quien os lo quitara todo para hacer de mi realidad la mejor de ambas. Algún día ella sentirá esta reacción y algún día tu lamentarás haber tomado esta elección. 

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