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Mostrando entradas de mayo, 2018

Decisiones que, ahora, llamamos errores

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‌Yo perdí a un montón de gente a la que quería mucho porque la única persona que me vinculaba a todos decidió que yo no me merecía un hueco en todo ese mundo en el que yo me había esforzado tanto por entrar. Y la verdad, echo de menos alguna que otra broma, algunos abrazos de personas que ahora me ven y agachan la cabeza por miedo a preguntarme qué pasó o qué tal ahora que hace siglos que no hablamos. ‌Me lo tomo como una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, aunque eso suponga añorar el lugar que algún día llamé hogar, el que me abrió las puertas desde el primer momento sin preguntarme cuánto tiempo me iba a quedar. Siento mucho la distancia y siento ser yo la que parezca que se ha ido. Espero, de corazón, que de vez en cuando recordéis a una loca de atar que solo decía cosas absurdas pero que, de vez en cuando, hacía reír y daba sentido a toda esa locura de viaje que parecía que emprendíamos juntos. Espero que vosotros también me queráis siempre como yo os querré porque

Coincidir

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En mi defensa, tengo que confesar que soy incapaz de no esperar si mañana vas a venir a rescatarme del naufragio que ha supuesto levantarme hoy sin saber que volveríamos a vernos. Tengo ganas de ti, de conocerte al tiempo que desmonto la terrible estructura de hierro forjado que cargas a la espalda. Tengo ganas de que me llores, de que me mires con la verdad por delante de nosotros y me digas que, aunque tus planes no eran conmigo, este tiempo compartido estuvo bien. Incluso el día en que tengas que tomar otro camino, espero que seas capaz de decirme que, en vez de perder el tiempo, sentías que ganabas 100 segundos por cada minuto y, que esos 40 segundos extra, eran lo que no esperabas de mi, pero que gracias. 

Amor propio

Pensaba que olvidarte era imposible, pero ayer no sé por qué me acordé de ti no más de dos veces y pronto sentí que había alguien más. Hoy me he acordado tan solo una vez y, por la hora que marca el reloj, creo que será la única. La razón es que hoy también me acordé de alguien más. Me acordé de ese alguien un millón de miles de veces.  Ese alguien soy yo. 

Cómo y por qué

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La verdad es que me arrepiento de lo que te dije mientras colgaba de tu cuello aquella noche. Por aquel entonces, otros ya sabían que aquel abrazo no tenía cavidad en sí mismo y que tú no te merecías escuchar que tenía miedo de atarme al hecho de que no ibas a ser para siempre, que tenía miedo de acabar con todo y de no acabar nunca conmigo.  Me gustaría haberte explicado que soy una bomba de relojería y que me da miedo ponerme a prueba porque sé que tengo un límite, pero a veces no lo controlo. Deberías haber entendido que tu pisabas mi límite y me hacías estar al borde del precipicio en el que tantas veces caí sin darme cuenta. No sé si fueron nueve, si fueron doce, si fueron veinte. La causa de la consecuencia desastrosa parezco ser yo pidiéndote una tregua para equilibrar mi vida con el caos que estaba suponiendo hacer nuevos planes en los que ya no era uno, sino dos los que tenían que vivir en mi desorden.  Cómo me ahogabas, cómo me presionabas los intentos para hacerme s