Decisiones que, ahora, llamamos errores

‌Yo perdí a un montón de gente a la que quería mucho porque la única persona que me vinculaba a todos decidió que yo no me merecía un hueco en todo ese mundo en el que yo me había esforzado tanto por entrar. Y la verdad, echo de menos alguna que otra broma, algunos abrazos de personas que ahora me ven y agachan la cabeza por miedo a preguntarme qué pasó o qué tal ahora que hace siglos que no hablamos. ‌Me lo tomo como una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, aunque eso suponga añorar el lugar que algún día llamé hogar, el que me abrió las puertas desde el primer momento sin preguntarme cuánto tiempo me iba a quedar. Siento mucho la distancia y siento ser yo la que parezca que se ha ido. Espero, de corazón, que de vez en cuando recordéis a una loca de atar que solo decía cosas absurdas pero que, de vez en cuando, hacía reír y daba sentido a toda esa locura de viaje que parecía que emprendíamos juntos. Espero que vosotros también me queráis siempre como yo os querré porque significará que algo de la historia salió bien, que alguna de todas las decisiones que ahora llamamos errores tuvieron un por qué.

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