Hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo.

A efímeros días de finalizar un año más, cabe dar lugar a una pequeña reflexión sobre el tiempo que hemos perdido y aquel que hemos dejado que nos quitaran. Sorprendentes son las veces que nuestros ojos admiran a personas cobardes y, así mismo, se dejan guiar por ellas. Es cierto aquello de que llegamos a conocer a una persona cuando ésta deja de necesitarnos, de seguirnos. Es éste el mismo momento del abandono el que provoca un aumento de la necesidad por la persona que no ha sentido dolor dejándonos atrás, dando lugar a una gran tristeza o, lo que es lo mismo, una gran pérdida de tiempo. Así, excusándonos a nosotros mismos de que son sólo unos días malos, olvidamos nuestra capacidad para usar a éstos como fuerza para cambiar y avanzar. Durante este periodo también estamos malgastando el tiempo. Por nuestra condición de humanos solemos fallar y autocastigarnos poniéndonos piedras a nosotros mismos consolándonos con un 'no puedo' aún sabiendo que las cosas irían mejor si utilizáramos la derrota para dar lugar al 'puedo porque quiero y quiero porque puedo', pero mientras tanto, estamos perdiendo el tiempo. En definitiva, a lo largo del año, por unas cosas u otras, hemos dejado ir minutos, días, quizá semanas o incluso meses; por lo que si dejan de quererte, quiérete tú, si no llegas a tu meta, date tiempo para entrenarte y si tienes miedo, enfréntate a él. Por último, no des tiempo al tiempo en vano, pocas serán las preocupaciones que se esfumen sin un poco de tu ayuda.

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