¡Y la vida me dijo a gritos que nunca te tuve y nunca te perdí!

Y así fue cómo, en cada noche, despedirnos era una manera de reinventar y fingir infinitas bienvenidas. Así fue cómo, poco a poco, fui creyendo en ti, en esa particular manía mía que dejé en el olvido por culpa de quiénes mi hicieron tocar fondo. De este modo comencé a quererte más por cada paso que daba y quizá, por cada noche en que me dijiste ''adiós'' y yo te respondí ''hola''. No sabía que te era tan fácil irte, por la puerta grande, gritando que todo quedó atrás, que las cenizas están esparcidas por donde ambos quisimos estar algún día sin pensar quién más estaría o qué pensarían. Aludiendo lo que algún día no fue pesadilla, reiterando que no fui yo, que es así porque así debía ser y que no hay más futuro porque no le nace pensar que podría haberlo. Buscando una relación causa y efecto entre mis fallos y tus dudas, así como busco el causante de esta ida, aún sabiendo de antemano que no fui yo y que tampoco fueron ellos.

Comentarios

  1. Simplemente hermosa entrada. Siempre buscando donde está el error, donde es que fallamos, sin darnos cuenta de que quizás sólo no tenía que ser y no hay equivocaciones específicas. Me gusta pensar que la vida es demasiado corta y las oportunidades son demasiadas, y no quiero perder mi tiempo. Saludos! ☺
    http://iwantliberty.blogspot.com.ar/

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Volver a confiar

“En mi defensa puedo alegar que, aunque te he escrito de todo, jamás te obligué a leerlo.”

Llegaste y rompiste todos mis esquemas