Te perdí. Algo se rompió aquella fría tarde de invierno. Lo sé y lo siento, te quiero. Dos en una y una en dos, íntimamente desconocida querida amiga. Gracias por lo que pasó y perdón por lo que no está pasando. Te juro que quise estar, pero ya no estás. Nunca pensé que una amistad tan fuerte pudiera flaquear de aquella forma, sin motivo y lo que es aún peor, sin un adiós. Saber que te perdí, que nos perdimos y, que todavía, ninguna de las dos sabemos por qué. El por qué de tantas lágrimas, de tantas mañanas, de mil tardes y de una entre quinientas noches. Será eso, que yo no te olvidaría en diecinueve días, y qué menos que quinientas noches. Te vi llegar e irte muchas veces, pero nunca te dejé ir tanto como aquel día. De la misma manera que un pequeño hilo te mantiene unida a mi y a ese todo que teníamos, mañana, quizá, el todo sea la nada que me y nos envuelve. Y nunca le agradeceré tanto a nadie como a ti el haberme hecho reír, no por ser en el peor momento de mi vida, sino por hacerlo en cada uno de los días.
La vida, ofendida por cómo la quería, quiso quitármela como si de eso se tratara su defensa..
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