“En mi defensa puedo alegar que, aunque te he escrito de todo, jamás te obligué a leerlo.”

A veces evoco aquel grito que para mi era tu risa, a veces ando descalza por un suelo que arde, a veces te miro aunque no te quiera ver, a veces te anhelo solo para ver cómo has cambiado. Simplemente intento entender que esta despedida fue el destino y el amor el que no me dejó estar contigo. A veces sonrío tantísimo que creo que es mejor así. Aún puedo recordar cuanto te he querido y tengo el castigo de recordarte como jamás nadie va a querer hacerlo, cierto es que yo tampoco quiero, es inevitable. Mi evolución se debe a ti, me has hecho cometer errores para aprender de ellos y a pesar de todo el dolor, gracias. Te agradecería el hecho de haberme quitado la piedra del camino en un principio para construirme un muro al final, pero sería un honor para ti verme de nuevo ante tus pies, agradeciendo y volviendo como un asesino vuelve al crimen.