Parece que es el tiempo el que se adueña de nuestra razón y abandona el corazón lentamente, dejando profundas huellas y creando grandes heridas que no se curan ni con años. Puede que esto sea como un juego en el que se trate de romper una herida cicatrizada continuamente hasta estar muy triste, o quizá no. Quizá el destino de todo esto sea encontrar una persona que si que pueda cicatrizar todas las heridas que han hecho pedazos un corazón o el conjunto que forma una persona entera. A todo esto, me he propuesto cambiar pero sigo cayendo en la misma piedra de siempre, sigo amando aquello por lo que di la vida en su día, sigo queriendo el pasado y temiendo el futuro que nos espera. Y sí, hablo en plural y digo que nos espera, a los dos, porque si el camino nos juntó un día no fue por casualidad, todo sucede por algo y está claro que aquello tuvo una razón y la tendrá siempre quieras o no.
Volver a confiar
Si las miradas hablasen, tú ya sabrías todo lo que nunca te dije por miedo. De haberlo sabido, habrías huido todavía antes. Me estabas queriendo mal, pero yo me estaba queriendo peor. Y creo que no hay peor punto de partida que dar rienda suelta a algo tóxico; lo único que se me viene a la cabeza cuando nos veo a ti y a mí, perdidos en medio de cualquier noche tratando de entendernos sin ningún éxito. Fuiste la ilusión del primer día de algo grande, el escalofrío que te provoca el miedo cuando sabes, aún temblando, que va a merecer la pena perder las maneras y perderte a ti mismo por ver una sonrisa iluminar, por un rato, el vacío inmenso que te acompañaba hacía ya mucho tiempo. Tal vez nunca te invité a conocerme porque no podía explicarte quién había sido, pero tampoco preguntaste. La realidad es que no tenía ganas de presentarme mientras me derrumbabas la coraza y me hacías ser tan valiente como para volver confiar (aunque fuese un error, de nuevo). A pesar de h
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