La suerte no suele existir, pero luchar por lo que quieres es lo único que puedes hacer para recibir lo que mereces.

Hola pequeño. Quería decirte que me has enseñado a luchar, me he dado cuenta de lo que es tener a alguien por quien querer dejarlo todo. Quería que supieras que estoy feliz, que ahora mismo en este instante, estoy tranquila, estoy viviendo. Pienso en momentos como este que vale la pena todo en la vida, y que no es suerte, es ilusión, son mis ganas de estar contigo. Esas ganas que seguirán en mi para siempre, es amor, que tan puro como duro, resistente. Quiero compartir todo contigo, incluso el miedo, deseo poder abrazarte y besarte a todas horas, quiero que me dejes cuidarte, quiero estar ahí, quiero no tener que girarme para verte a mi lado, quiero sentirte nada más abrir los ojos, incluso con ellos cerrados quiero notarte conmigo.

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Si las miradas hablasen, tú ya sabrías todo lo que nunca te dije por miedo. De haberlo sabido, habrías huido todavía antes. Me estabas queriendo mal, pero yo me estaba queriendo peor. Y creo que no hay peor punto de partida que dar rienda suelta a algo tóxico; lo único que se me viene a la cabeza cuando nos veo a ti y a mí, perdidos en medio de cualquier noche tratando de entendernos sin ningún éxito.  Fuiste la ilusión del primer día de algo grande, el escalofrío que te provoca el miedo cuando sabes, aún temblando, que va a merecer la pena perder las maneras y perderte a ti mismo por ver una sonrisa iluminar, por un rato, el vacío inmenso que te acompañaba hacía ya mucho tiempo.  Tal vez nunca te invité a conocerme porque no podía explicarte quién había sido, pero tampoco preguntaste. La realidad es que no tenía ganas de presentarme mientras me derrumbabas la coraza y me hacías ser tan valiente como para volver confiar (aunque fuese un error, de nuevo).  A pesar de h
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