Y entonces tú dijiste que te ibas y no se a qué.

¿Qué quién eres? Permite que me ría aunque esto me de más pena que risa. No lo sé. Ya no sé nada de ti, ni por donde andas, ni con quien te mueves, y lo siento, siento no rogarte tu ausencia, pero creo que ya te rogué bastante una vez. Soy como soy y tú me conocías, o me solías conocer. Solías saber que te quería a mi lado pasara lo que pasara, prometiste no dejarme sola. Todos prometemos tantas cosas que de muchas de ellas ya no somos conscientes. Si piensas que adivino cuales son tus principios y tus indicios, no. Si piensas que logro saber si vienes o si vas, no. Si piensas que te espero y que tú no llegas nunca, sí. Y si quieres saber si voy a seguir aquí, no lo sé. Supongo, como siempre. Me gusta cumplir todo aquello que prometo. Creo que si sabes algo de mi, es eso.

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Volver a confiar

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Si las miradas hablasen, tú ya sabrías todo lo que nunca te dije por miedo. De haberlo sabido, habrías huido todavía antes. Me estabas queriendo mal, pero yo me estaba queriendo peor. Y creo que no hay peor punto de partida que dar rienda suelta a algo tóxico; lo único que se me viene a la cabeza cuando nos veo a ti y a mí, perdidos en medio de cualquier noche tratando de entendernos sin ningún éxito.  Fuiste la ilusión del primer día de algo grande, el escalofrío que te provoca el miedo cuando sabes, aún temblando, que va a merecer la pena perder las maneras y perderte a ti mismo por ver una sonrisa iluminar, por un rato, el vacío inmenso que te acompañaba hacía ya mucho tiempo.  Tal vez nunca te invité a conocerme porque no podía explicarte quién había sido, pero tampoco preguntaste. La realidad es que no tenía ganas de presentarme mientras me derrumbabas la coraza y me hacías ser tan valiente como para volver confiar (aunque fuese un error, de nuevo).  A pesar de h
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“En mi defensa puedo alegar que, aunque te he escrito de todo, jamás te obligué a leerlo.”

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A veces evoco aquel grito que para mi era tu risa, a veces ando descalza por un suelo que arde, a veces te miro aunque no te quiera ver, a veces te anhelo solo para ver cómo has cambiado. Simplemente intento entender que esta despedida fue el destino y el amor el que no me dejó estar contigo. A veces sonrío tantísimo que creo que es mejor así. Aún puedo recordar cuanto te he querido y tengo el castigo de recordarte como jamás nadie va a querer hacerlo, cierto es que yo tampoco quiero, es inevitable. Mi evolución se debe a ti, me has hecho cometer errores para aprender de ellos y a pesar de todo el dolor, gracias. Te agradecería el hecho de haberme quitado la piedra del camino en un principio para construirme un muro al final, pero sería un honor para ti verme de nuevo ante tus pies, agradeciendo y volviendo como un asesino vuelve al crimen.
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Llegaste y rompiste todos mis esquemas

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Nunca jamás pensé que nadie podría venir a mi vida y dejarme sin habla. Nunca pensé que habría nadie que hiciera por mi lo que nunca habría hecho por nadie, y tampoco pensé que le preguntaría a alguien, el por qué yo y no otra, porque pensé que nunca sería yo. Me gusta que te rías de mi con amor, que me mires, sonrías y me des un beso en la mejilla que más cerca te pille. Me gusta que seas tú el que aparezca sin dar explicaciones cuando no buscaba a nadie, el que rompa todos mis esquemas y me quite todos los nunca de la boca, pero también de la cabeza. Quizá sea porque cuando hablo no tengo tiempo para decir esa palabra, porque solo hablo de ti, y mi mente está demasiado ocupada pensando en.. en ti, cómo no.
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