Te pido un momento que dejes de mirarme. No me mires más pues no quiero que me veas. Me asusta que me veas como yo me veo. Odio mi reflejo, ya no quiero más espejos. Avanzo trepidante, pero tengo miedo. Si voy deprisa, tropiezo de nuevo. Y si caigo, tú sabes que si caigo una vez más, que esta vez no va a ser otro golpe que puedas tu curarme. Ni tú ni nadie. Caerme sería la opción más fácil para ser feliz de una vez por todas, pero esa manera de ser feliz tiene una consecuencia. Y yo no quiero estar enferma. Y es que tan fácil sería darlo todo por ganado, ganar de una vez por todas a esta sensación que me oprime la vida, que me duele. Por ti, una vez más por ti.
Volver a confiar
Si las miradas hablasen, tú ya sabrías todo lo que nunca te dije por miedo. De haberlo sabido, habrías huido todavía antes. Me estabas queriendo mal, pero yo me estaba queriendo peor. Y creo que no hay peor punto de partida que dar rienda suelta a algo tóxico; lo único que se me viene a la cabeza cuando nos veo a ti y a mí, perdidos en medio de cualquier noche tratando de entendernos sin ningún éxito. Fuiste la ilusión del primer día de algo grande, el escalofrío que te provoca el miedo cuando sabes, aún temblando, que va a merecer la pena perder las maneras y perderte a ti mismo por ver una sonrisa iluminar, por un rato, el vacío inmenso que te acompañaba hacía ya mucho tiempo. Tal vez nunca te invité a conocerme porque no podía explicarte quién había sido, pero tampoco preguntaste. La realidad es que no tenía ganas de presentarme mientras me derrumbabas la coraza y me hacías ser tan valiente como para volver confiar (aunque fuese un error, de nuevo). A pesar de h
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