De repente rota, como un reloj que, aunque hace meses se quedó parado, te empeñas en llevar por no sentir vacíos. Como cuando te quedas blanca mirando un punto fijo y ya no escuchas, pero oyes mucho ruido que parece salir de dentro, dejando mudo al resto. Y ya no solo es estar rota, es romper con todo y romperlo todo. Tratar de lidiar con esa imagen que te viene a la cabeza cada vez que cierras los ojos, esa que te hace sentir engañada, decepcionada y rota, aún más rota de lo que ya estabas sin que nadie te enseñara la verdad oculta que te estaba haciendo pedazos. La pena es que las personas que parecen perfectas son las que más taras tienen. Y lo mismo pasa con las más sinceras, que son las que más mienten. Aunque, realmente, exponerte una vez a la mentira no parece importar cuando llevas viviendo en una más del tiempo que te estaba permitido. Y cuando esa mentira incluye un te quiero como a nadie antes , te das cuenta de que nunca te van a querer tan poco como lo ha hec