Me pides que luche cuando ya no puedo más.
A día de hoy, en esta sociedad de mierda, hay cielos cerrados y piernas abiertas. Si con los daños algo me ha hecho fuerte has sido tú. Tan fuerte como débil, indiferente. La frialdad de una noche oscura de invierno se asemeja a la sensación de un cuerpo humano cuando parte de su vida se esfuma, como sin querer verlo, obviamente sin desearlo ni con aviso previo. Nunca sabes cuando habrá que decir adiós, por eso te limitas a dejar que mañana todo vaya mejor. Otra cosa que aprendí es que el mañana que yo esperaba fue tarde, porque nadie te espera, la vida tampoco lo hace y si te desprecias a ti mismo dejando tu vida pasar, fallas. He fallado, de una manera absurda, dejándome llevar por algo y no por mi, por quien quería controlarme y por mis deseos de ser controlada. Porque sin dar lugar a dudas amé como nunca quise porque supe que dolería. Ahora sé con certeza que el amor destruye y la espera desespera.