Un montón de cosas que hacer
Café bajo un sol de primavera. Recuerdo que antes la mesa estaba más llena y las risas colapsaban todo intento de mantener una conversación coherente. Parecía eterno, como para mí tiene que serlo siempre, hasta que te das cuenta de que, contra todo pronóstico, lo de que todo se acaba empieza a cobrar sentido. Ya no solo protagonizo un capítulo de ausencia, sino de soledad disfrazada de intimidad, de lejanía camuflada en un montón de cosas que hacer . Se nos olvidó dar las gracias, pedir perdón y decir que estaríamos esperándonos si tardábamos en llegar. Retomas tu vida mientras luchas por mantener un hilo que ya no une, pero tira con fuerza hacia un abismo de toxicidad que parece taladrar hasta el baúl de los recuerdos inquebrantables. Soplando un diente de león, deseando que vuelva un poco de todo lo que se nos ha escapado como arena de las manos.